Queso CabralesAl queso de Cabrales la crisis no le afecta. De hecho, del año pasado a éste, el mejor manjar azul del mundo ha subido 455 euros y ahora mismo está en la calle de la Gascona de Oviedo. Se lo llevó el presidente de la asociación de ocho sidrerías de la capital, Francisco Álvarez Colunga. Le costó 3.075 euros, la cifra con la que llegaron a la puja «porque este queso lo merece».

Competían los hosteleros ovetenses contra Casa Tista (que pagaba por el queso azul 2.910 euros) y el Centro Cabraliego de Bruselas (que ofertó 2.850). Como la suya fue la más alta, el queso ha viajado a la capital para ser protagonista, la próxima semana, de «unas jornadas para empezar a divulgar la cata popular del Cabrales». Pero, además, del 28 de septiembre al 4 de octubre los hosteleros de Gascona celebrarán unas II Jornadas del Cabrales, que terminarán con una prueba del queso azul asturiano por excelencia.

La joya en cuestión, que costó más de medio millón de pesetas y que pesaba algo más de un kilo y medio, es un producto de José Bada Herrero, quesero y presidente del Consejo Regulador del Cabrales, que llegó al 39 Certamen celebrado ayer en Arenas con unos 120 kilos. Pese a semejante cantidad, su stand quedó totalmente vacío cuando el altavoz comunicó a los presentes que el jurado determinaba que, en 2009, José Bada había elaborado en Tielve el mejor queso del mundo.

Hasta entonces las ventas iban bien. Lo decía él y otros queseros como Fermín Cotera o Ángel Díaz Herrero. En la Quesería Valfríu, que llegaron al certamen con 300 kilos de Cabrales, tampoco se quejaban del panorama. «Más o menos está yendo la cosa como otros años». Al igual que el precio, que, desde hace ya tres ediciones, se mantiene en 17 euros el kilo en la venta al consumidor. El precio, esa polémica añadida al esfuerzo de los pastores queseros, fue precisamente el reclamo de Bada a la hora de referirse a la pugna abierta entre queseros y distribuidores. Estos últimos hace unos días reprochaban a los productores su falta de respeto a la hora de suplantarles vendiendo sus quesos sin ningún tipo de intermediario.

Ayer, Bada hacía una llamada a la tranquilidad de los mayoristas recordándoles que «cuando a nosotros nos desbordan las piezas de queso y a ellos también, y no nos las quieren comprar, nos vemos obligados a hacer algo». Esto es, venderlo por su cuenta y riesgo al precio que estimen conveniente, porque «teniendo en cuenta las circunstancias del terreno en Cabrales a la hora de elaborar el queso, que digan que es caro me parece casi una tontería». Casi igual, dice, que la de que «no respeten a los productores que vendan su queso, porque están en su derecho».

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