p style=»text-align: justify;»>Pese a que la Denominación de Origen (DO) del Queso Palmero viene funcionando desde el año 2002, el sello que identifica la marca de los quesos de cara a los consumidores, con el que se certifica su procedencia y calidad, sigue sin aparecer en gran parte de la producción que se vende dentro y fuera de la Isla. Sólo uno de cada diez quesos está etiquetado como tal por el Consejo de la Denominación de Origen.

Así, según los datos que se manejan en la actualidad, este organismo controla, que no certifica, el 50% de la producción total de La Palma, o sea 151.080 kilos de queso elaborado. La otra mitad, para llegar hasta los 300.000 kilos, está fuera de la DO. Sin embargo, el Consejo certificó en 2009 sólo 26.972 kilos de queso de 30 queseros con el sello «Origen Palmero», lo que viene a representar el 10% de la producción total de las más de 100 queserías que hay en la Isla.

En estos quesos aparece el sello que deja clara la procedencia del queso y el cumplimiento de los criterios de calidad del consejo, basados en la obligatoriedad de que sean elaborados exclusivamente con leche de cabqueso palmerora palmera, alimentada con pastos y forrajes locales. Además, la presencia del sello significa que el producto es madurado, de más de siete días, y no fresco.

El principal problema para incrementar el porcentaje de producción bajo certificado se encuentra precisamente en ese especto. La DO nunca ha comercializado queso palmero fresco, pese a ser un producto apreciado y muy presente en los hogares de la Isla. Según explica María del Rosario Fresno, investigadora del ICCIA (Instituto Canario de Investigaciones Agrarias) y vicepresidenta del consejo, esto se debe a que «el queso palmero, en gran parte, se comercializa como fresco, de menos de siete días y no podíamos certificarlo porque no existían datos históricos, por lo que resulta difícil controlar la calidad de la producción».

Hasta ahora, la DO pone su sello sólo a los quesos madurados, lo que representa un desfase en el control de la producción y la presentación ante los organismos y los consumidores. Por eso, el Consejo trabaja en la idea de acoger a todos los queseros que trabajan en este sector tradicional de La Palma, pero que lo hagan bajo las mismas reglas de producción. En ese sentido, comentó Fresno, «intentaremos que sea corregido este mismo año para poder certificar la producción de una treintena de queseros».

La mayoría de las queserías son familiares, con una media de 250 cabras, lo que limita las posibilidades de los propietarios a la hora de garantizar el control de la calidad sanitaria. Además, la presencia de intereses comerciales intercalados, de distribuidores que adquieren productos sin control, ha terminado por alargar más de lo deseado la consolidación de la marca de la Denominación de Origen de Queso Palmero, que exige un manual de buenas prácticas que es obligatorio para sus queseros, según Fresno.

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